2.000 PIEZAS / INFINITO SINGULAR

de Maricel Alvarez

1. CUERPO-ROSTRO-IDENTIDAD

Si en la videoinstalación teatral Yo tenía un alma buena (fragmentos de un relato mutilado) se ponía en juego la noción de doble a partir de la presentación del cuerpo en vivo y de su registro en video, en la obra 2.000 piezas / Infinito singular se ensayará una reflexión poética sobre los conceptos de alteridad e identidad a partir de la lectura del rostro como categoría filosófica y poética.

Para ello se ha recorrido un largo camino que va de la cosmovisión clásica (el rostro como espejo del alma para reafirmar la unidad entre ser y parecer) y de los tratados de los primeros fisionomistas -como Johann Kaspar Lavater o G. C. Lichtenberg- para quienes el rostro es un texto, un código cifrado de signos, más o menos legible, pura expresión abierta a la interpretación y comprensión del observador; hasta llegar a la obra del filósofo judío Emmanuel Lévinas que, tomando el rostro como concepto central para desarrollar una teoría sobre el sentido de la ética – sentido que viene dado del rostro del otro – , afirma “El rostro es lo que no se puede matar, o, al menos, eso cuyo sentido consiste en decir: No matarás”.

La noción de rostro nos remite a la de identidad, tanto si nos referimos al rostro propio, como si nos referimos al rostro de los demás. Y como la identidad es, en gran parte, algo no elegido, algo que nos ha tocado en suerte, como el nombre, portamos el rostro que es una herencia familiar.

Es larga la lista de artistas (Francis Bacon, Cindy Sherman, Andy Warhol, Susy Lake, Hannah Wilke, Francesca Woodman, Ana Mendieta, por nombrar sólo algunos de los más influyentes al momento de gestación de esta obra) que  han reflexionado sobre el concepto del rostro a través de innumerables autorretratos  -no tanto como reproducción mimética del sujeto ni mucho menos para reforzar ninguna mirada antropocéntrica del mundo- si no más bien entendiéndolo como herramienta para dar cuenta que la identidad es justamente una poética y volátil construcción del propio imaginario, a través de aquello que nos hace más visibles ante los demás: el rostro, que se modifica y muta con nuestras acciones, deseos y expresiones.

2. YO CORRESPONDE A UN ROSTRO / YO SOY UN ROSTRO / EL ROSTRO ME REPRESENTA / LOS ACTORES PRESTAN SUS CARAS A LOS PERSONAJES.

Para los griegos, rostro y máscara comparten mismo término: prosopon.

Prosopon-máscara y prosopon-rostro es lo mismo: lo que se presenta a la vista de los otros, lo visible frente a las partes tapadas del cuerpo.

Rostro, máscara, rol, personaje, persona. Todos estos conceptos están entrelazados si nos atenemos a su pasado etimológico.

Suele decirse que los actores prestan su rostro a los personajes que encarnan… En el teatro y en el cine, el rostro del actor es doble, porque se representa a la vez a sí mismo y a otro.

Esta obra también se interroga: ¿Cómo condensar en ese pequeño mapa ya saturado de nuestro cambiante y heterogéneo yo todas las ficciones a las que el oficio de la actuación nos somete? ¿Cómo nos arreglamos con una sola cara para hacer frente a las demandas de la representación? ¿De cuántos rostros o representaciones de rostros estamos hechos?

En 1978 Paul Ekman y W. Friesen publicaron el primer “atlas del rostro”, el Sistema de Codificación de la Actividad Facial (FACS), que permitió medir por primera vez y con rigor científico, todos los movimientos musculares de la cara y clasificar sistemáticamente la expresión física de las emociones.

Con este método comprobaron que los humanos poseemos más músculos faciales que ningún otro animal sobre la tierra: veintidós en cada lado. Y que, a partir de las combinaciones que son capaces de generar esos 44 músculos, poseemos la impresionante capacidad de generar más de 10.000 expresiones faciales, es decir, de transmitir a nuestros congéneres una información de una variedad y una sutileza expresiva extraordinarias.    

3. INFINITO SINGULAR

Según la concepción levinasiana el rostro es una epifanía, una visitación y, antes que nada, se expresa y significa. Y esa significación rebasa de entrada las formas plásticas que la recubren como una máscara de su presencia en la percepción. Lo que subyace es “la extrema exposición, lo indefenso, la vulnerabilidad misma”.

Nuestro rostro está expuesto para los otros, es para los otros, como el rostro de los otros es para nosotros, dice Lévinas. Y el encuentro con el rostro del otro se nos presenta como una conmoción, nos despierta moralmente -pues nos saca de nuestra mismidad-. Para ello tenemos que enfrentarnos al rostro “desnudo” del otro. Sin importarnos quien sea su portador, cual sea su nombre.

Esta obra se articula a partir de la hipótesis de que el rostro se da y se esconde, se hereda y se crea, se cumple y se construye, se desdobla en máscaras que lo tipifican, lo normativizan, lo ficcionalizan…

Pero ante todo, esta obra piensa al rostro como único, intraducible, inabarcable. Como el infinito singular del otro, de todo otro.

Las muchas piezas que lo componen, como las de un rompecabezas, se ensamblan con delicadeza y precisión. Sin embargo su secreto nunca se devela. Sigue siendo una hoja en blanco, sobre la cual continuamos escribiendo uno de los textos más complejos y elocuentes, como diría Lavater, del gran libro de la naturaleza, del alfabeto divino.

Buenos Aires, mayo de 2017

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2.000 piezas / Infinito singular

Instalación de Maricel Alvarez

El rostro es siempre único, singular, intraducible, inabarcable. La denominación ética del rostro, del filósofo Emmanuel Lévinas*, lleva a primer plano ese recordatorio, al subrayar lo valioso, digno y sagrado de cada ser humano: el infinito singular del otro, de todo otro.

Concepto, desarrollo y performance

MARICEL ALVAREZ

Descripción de obra

La videoinstalación consiste en la proyección de un retrato en video del rostro de la artista, capturado en 4K y luego transferido a calidad iPhone, cuyos diferentes encuadres van del primerísimo primer plano a sucesivos planos detalle que registran una variada actividad gestual. Un landscape sonoro acompaña las imágenes. La dimensión escenográfica de la instalación se completa con un tablero ubicado en el centro del espacio sobre el que se despliegan las 2000 piezas de un rompecabezas del rostro de la artista. Una cámara de seguridad, en posición cenital, captura y emite en un monitor la acción que el espectador es invitado a realizar durante su permanencia en el espacio: trabajar en el armado del rompecabezas, si así lo desea.

Equipo de colaboradores:

Natalia Labaké / Marcelo Martínez / Nora Lezano / Leandro Ibarra / Julieta Potenze

*en Emmanuel Lévinás, Totalidad e Infinito. Ensayo sobre la exterioridad.

Inauguración 23 de Septiembre de 2017 en el Museo Palacio Dionisi de la Ciudad de Córdoba, Argentina. Bienal Internacional de Arte Contemporáneo de América del Sur (BIENALSUR).

Una segunda versión de esta pieza se presentó el 10 de Octubre de 2019 en el Espacio de Arte de la Fundación OSDE, Buenos Aires, Argentina.